La Línea en la pintura

EN ESTE LADO EXPERIMENTAMOS CURIOSAS LAGUNAS DE MEMORIA

Las golosinas se han pegado unas a otras. Ha sido el calor. La gran pancarta de felicitación en el suelo, marcada por decenas de pisadas. Y el cordón policial combado por el tiempo. Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Y aquí estoy yo. ¿Y el asesinado? Porque hace días que quiero hablar con él. Le debo una explicación. Sobre todo, un perdón (por el momento escogido, no por pegarle un tiro en la cabeza); a nadie se le ha de privar de soplar sus velas de cumpleaños. Máxime, si va a ser el último.

Por ahí se acerca su mujer. Cada día, a la misma hora, aparece cual espectro solitario. Pero hoy llega (si bien ya medio borrosa) custodiada y abrazada.

⸺ ¿Por qué lo hizo? ¡Y ante toda la familia! ⸺ se duele, mostrando, por primera vez, un atisbo de resentimiento.
⸺ Debes perdonarlo, mamá. Estaría enfermo.

¿De qué hablan? Yo estoy bien, lo maté… porque tenía que matarlo. Este sudor frío que encharca mi cráneo… ¿Sudor?…
Aún con la pistola en la mano busco mi frente. ¡Venga ya!, ¡Mi cara ha desaparecido!
Y ahora, ¿a quién le pido perdón?

EN REALIDAD… ¿LO NECESITO? ¿O LO DEDUCIMOS SIN MÁS?

Si me asomo a la ventana, aunque solo se vea la punta de mi nariz ganchuda, siempre me arrojan un globo de agua. Por supuesto, si salgo a la calle… Quiera o no, me paso el día empapada. Los críos hacen guardia por la mañana, antes de la escuela; las viejas, de tarde, después de terminado el culebrón radiofónico. Ellas resisten hasta la anochecida. El resto de las horas, completando las veinticuatro, se las reparten mis hermanastros y mi madre. El ayuntamiento instaló (por mera comodidad) un contenedor que, cada noche, colman con cientos de globos de agua. Eso sí, todos azules. Adoro el color azul.

Vecino que pasa por delante de mi casa, vecino que coge uno y aguarda. Si no salgo, lo deposita de nuevo y se va, algo decepcionado. En fin, quieren ayudar.
Y todo porque nací en un secarral a mil kilómetros del mar. Y porque mi madre le fue infiel a su marido con mi padre. Y porque mi madre se rio cuando mi padre le dijo que sí, que los hombres sirena existen. Bien lo sabía él. Y ahora lo saben todos. Y yo lo certifico, lo que se hereda no se compra.

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