Greta lo supo en el mismo instante en que Conrado abrió la ventana: aquel arrebato era el primer chispazo que los conduciría al desenlace. Sentada en la mesa, con las piernas colgando y los brazos imantados al torso, lo miró entre embelesada e insensible (…)
Huyendo del caótico ruido de un dios rosa
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Descripción
70cm x 50cm