No sabía porqué estaba allí.
De pie y sin rostro en una calle repleta de gente.
Su vida y sus recuerdos se habían convertido en la misma mancha informe que los escaparates de las tiendas le devolvían de sí misma.
Invisible para toda la gente que con demasiada prisa pasaba a su lado, que la empujaba con rostros cansados y brazos caídos, sintió el tirón de un hilo negro que salía de su cabeza y que la hizo levitar un palmo sobre el asfalto.
Y caminó…