De niño le contaron que aquél hombre, a quien veía todas las tardes bajo el sauce de la plaza, se había quedado mudo en un sueño. Contaban que éste, al percatarse de que estaba soñando, decidió levantar el vuelo, pero que lo hizo tan alto que un buitre le arrancó las cuerdas vocales introduciendo el pico por su boca, abierta para respirar las nubes altas.
Setenta años hacía que no pensaba en aquella historia de viejas. Pero ahora el viejo era él y se preguntó…