LA OBRA DE VAN GOHG EN PALABRAS
Extractos recogidos de las múltiples cartas escritas por Van Gogh desde Arles entre octubre de 1888 y mayo de 1889.
EL DORMITORIO
“Mi querido Théo:
(…) hoy me he vuelto a poner a la tarea (…) En fin, te envío un pequeño croquis para darte una idea aproximada del giro que toma el trabajo. Porque hoy me he vuelto a poner a la tarea. Tengo los ojos fatigados todavía; pero en fin, tenía una idea en la cabeza y éste es el croquis. Siempre tela de 30. Esta vez es simplemente mi dormitorio; sólo que el color debe predominar aquí, dando con su simplificación un estilo más grande a las cosas para llegar a sugerir el reposo o el sueño en general. En fin, con la vista del cuadro debe descansar la cabeza o más bien la imaginación. Las paredes son de un violeta pálido. El suelo es a cuadros rojos.
La madera del lecho y las sillas son de un amarillo de mantequilla fresca; la sábana y las almohadas, limón verde muy claro.
La colcha, rojo escarlata. La ventana, verde.
El lavabo, anaranjado; la cubeta, azul.
Las puertas, lilas.
Y eso es todo -nada más en ese cuarto con los postigos cerrados.
Lo cuadrado de los muebles debe insistir en la expresión del reposo inquebrantable.
Los retratos en la pared, un espejo, una botella y algunos vestidos.
El marco -como no hay blanco en el cuadro – será blanco.
Esto, para tomarme el desquite del reposo forzado a que me he visto obligado.
Trabajaré aún todo el día de mañana; pero ya ves qué simple es la concepción. Las sombras y las sombras proyectadas están suprimidas; ha sido coloreado con tintes planos y francos como los crespones.
Este dormitorio es algo así como esa naturaleza muerta de las novelas parisienses de colchas amarillas, rosas, verdes, ¿te acuerdas? Pero creo que la factura es más viril y más simple.
Nada de punteado, nada de vetas, nada, tintes planos pero que armonizan”.
LOS GIRASOLES. LAS SILLAS.
“Gauguin me decía el otro día que había visto de Claude Monet, un cuadro de girasoles; es un gran jarrón japonés, muy bello; pero -le agradan más los míos. No soy de ese parecer – no creo que me esté debilitando. (…)
Si a los cuarenta años hago un cuadro de figuras similares a las flores de que hablaba Gauguin, tendré una posición de artista al nivel de cualquiera. Así pues, perseverancia.
Entretanto puedo decirte ahora que los dos últimos estudios son bastante graciosos.
Telas de 30; una silla de madera y paja toda amarilla, sobre ladrillos rojos, contra una pared (de día). Después, el sillón de Gauguin rojo y verde; efecto de noche, pared y piso rojo y verde también; sobre el asiento dos novelas y una vela. Sobre tela rala y con empaste espeso.
Pero, si quieres, puedes exponer las dos telas de girasoles.
Gauguin se alegrara si tiene una; y me agrada mucho ofrecerle a Gauguin un detalle de cierto valor. Como él desea una de esas dos telas, ¡vale!… reproduciré una de las dos, la que él desea.
Verás cómo llaman la atención esas telas. Pero te aconsejo que las guardes para ti, para tu intimidad con tu mujer.
Es esa clase de pintura de aspecto un poco cambiante, que se enriquece si la miras mucho rato.
Tú sabes que Gauguin, por otra parte, gusta de ellas extraordinariamente. El me ha dicho, entre otras cosas: «esto… es… la flor».
Sabes que Jeannin posee la peonía, que Quost posee la malvarrosa; pero yo poseo un poco el girasol».
Si te interesa mi trabajo, ponte en contacto conmigo.